miércoles, 11 de septiembre de 2013

Y LLEGAMOS AL AÑO


Como  decía anteriormente,  logró pararse, al año y un mes.  Tan grande fue su alegría, como la nuestra;  jugaba a sentarse y pararse en su cuna,  y  así, tonificaba más sus músculos y se aseguraba más en la posición de pie.

 
De la cuna, pasó a tratar de hacerlo desde el piso, y también lo logró. Cada día era menos complicada la actividad, porque al poder alcanzar mas cosas, con su raro gateo, y esto de poder pararse, la necesidad de abrir puertas de bajo mesada, de modulares, ir a los enchufes. Todo eso, llevó una etapa bastante larga, pero con cambios formidables.

 Queda claro la diferencia en el desarrollo neuromotriz con cualquier otro niño de la misma edad. Pero, bueno, ya podía experimentar a su gusto, recorría el departamento, lugar preferido: “el baño”.

 A propósito del baño, el momento del agua, del aseo personal, era un tiempo muy fructífero, en general, a todos los chicos les gusta, por lo tanto hay que aprovecharlo, para que vaya conociendo su cuerpo. Logré conseguir un muñeco varón, fue muy bueno, él bañaba a “Pepe”(lo llamó así), y se le iba diciendo: -ahora lavamos sus piececitos, y ahora su cabecita; así con todo el cuerpo del muñeco, a la par de hacerlo yo, con el suyo. Todos los días igual.

 En esta etapa, disfrutaba mas la música, es mas, ya elegía que quería escuchar.

 Empezaron a aparecer las primeras palabras: “mamá”, “papá”,  papa ( a la comida), “ciela”(a Graciela, una amiga que me ayudó muchísimo).

 Fue siempre muy paseandero, lo que mas pedía era salir, se iba hasta la puerta del departamento y me señalaba con un “a a a ..mamá”, eso significaba vamos a la calle, o al parque, o hacer las compras.

 En el barrio, ya lo conocían todos, porque siempre fue muy simpático, pero tengo una anécdota que me marcó, que mi hijo me hizo notar que se daba cuenta de todo y que comprendía.

 Vecino al departamento, había una agencia de remises ; un señor que trabaja en la misma, me veía pasar todos los días, saludaba, siempre parecía que me quería decir algo, hasta que un día me paró, y me dijo, -Sra. Hace mucho que quería hablar con usted, y no me animaba a pararla, bueno, hoy lo hice.

Tengo un hijo como el suyo, ya tiene 30 años, y le quiero decir que no se rompa, yo la veo pasar, cantando, hablándole;  y vio la frase “lo que natura no da, salamanca no presta”’, bueno, es eso, señora, no gaste, no vale la pena.-

Educadamente, le dije, que no tomaba sus palabras como consejo, que aceptaba su reflexión, pero para mi ese refrán , estaba fuera de ser real.

Saludé y nos fuimos.

 Cada vez que salíamos, y mi hijo veía a este Sr. en la puerta de la galería, no quería pasar por ahí, me señalaba ir para el otro lado. Tuvo un rechazo terrible hacia ese hombre.  Mi hijo, había interpretado la mala vibra del Sr. y no lo aceptaba.

 
Nunca hay que decir que NO se puede, cuando no se ha intentado poder. 

 Es una anécdota, que puede servir, para quienes reciben ondas negativas, hay que dejarlas pasar. Cuando hay voluntad, ganas y AMOR, puede ser posible lograr más de lo soñado.

 
Durante este primer añito, camino al segundo, fue muy alentador, ya se veía en él posibilidad de logros.

 Los juegos, se hacían mas interesantes, y ahora, ya  tenía los típicos de encaje,  de  apilar cubos y voltearlos,  estos ya no eran fabricación casera.

Los tipo ladrillitos, pero los duo, creo se llamaban así, eran muy grandes. 

 Ya intentaba  caminar tomándose de los sillones, además de hacerlo tomado de mis manos. Pero, costaba, le daba temor caerse.

 
El juego seguía, constante, cada hora y media,  15 minutos, aunque, ya no era tan regular, porque demandaba más tiempo de entretenimiento.

 Escondía algún juguete o peluche de su gusto, y lo provocaba para la búsqueda. Así, gateando, en su forma tan particular, o a veces, intentando caminar tomándose de muebles,  iba en la búsqueda del juguete. La alegría era inmensa al encontrarlo.

 
Esta etapa y las que siguieron, fueron mas activas,  más comunicativas.  Resultaba mas simple el hecho que pueda trasladarse, a su forma, pero lo hacia y disfrutaba, además de agregar vocabulario.

 En este caso, el nombre de las cosas, no a la perfección, pero intentaba decirlas, aun no lograba armar frases.

 
Compartía juegos con amiguitos del edificio, algunos más grandes que él, pero lo ayudaron un montón. Había dos hermanitos,  muy buenos, al igual que sus padres, siempre querían compartir momentos con él. Los pequeños se llamaban: Pablo y su hermanita Laura;  Fer, para nombrarlos había juntado sus nombres y los llamaba: “Palala”.  Mucho ayudaron a mi hijo, para la sociabilización.

 Si llegan a leer este blog, culquiera de los dos, sabrán que estoy hablando de ellos.

 El lograr incorporar amiguitos, vecinos, para compartir juegos, aunque participe poco, no importa, se empieza de a poco. La plaza, la calesita (en aquella época era fácil encontrar), los mandados, la visita a los amigos con hijos. TODO AYUDA. Todos es estimulación.

El tiempo nos va mostrando que cada minuto de su vida, fue importante para su crecimiento.

 Creo que esta etapa me ayudó a tomar mas fuerzas y continuar con lo que me propuse, aquel domingo, cuando el neonatólogo me dio la noticia de su patología: “hacer de él un niño feliz.”

 

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