miércoles, 17 de julio de 2013

EMPECÉ A CURSAR LA CATEDRA: “MAMÁ”

La ilusión de casi todas las mujeres es ser madres. Yo no fui la excepción.
El embarazo fue de maravillas, con todo el deseo y amor del mundo (año 1976).
Hice el curso de preparto, donde, las otras futuras mamas, tenían muchas dudas y preguntaban a la obstetra.  A mi, no se me ocurría nada. Es como que vivía en un período fantástico (que en realidad lo es) y no pasaban por mi cabeza, pensamientos que pudieran opacar la llegada de mi hijo.

Fue un parto normal, no lloró enseguida; nació y lo llevaron enseguida a asear, esa duda, me quedó siempre, el saber si había habido algún contratiempo en el parto. Nunca pregunté.

Enseguida escuché el llanto, estaba fuera de la sala de partos, Lo trajeron, me lo pusieron encima del pecho y  mi felicidad fue plena.  Tenía necesidad de ver a mi esposo, el obstetra, no autorizaba el ingreso de los papas.

Me llevaron a la habitación, y enseguida llegó mi esposo, ya que mientras me trasladaban,  mi esposo fue a la sala de los bebes, para  conocer a su hijito, además de charlar con el neonatólogo de turno.

Cuando ingresa a la habitación, no  me demostró demasiada alegría, pero no imaginé nada, ya que, no es demasiado demostrativo.
Esto fue un viernes a la noche.

Mi hijo, nació con ictericia, por lo tanto estaba mucho tiempo bajo una lámpara.
Cuando me lo traían, la enfermera venia con 2 bebes más, abrazados con sus brazos (valga la redundancia), y primero pasaba para dejarme,  mi bebe. Los otros dos, erguiditos, y mi hijito, caía ante los brazos de la enfermera.
Tampoco esto me dio señal alguna, es que era MI BEBE,  y yo lo miraba a él, y no a los otros dos.
Costó mucho para que tomara teta, parecía que faltaba fuerza para succionar. Su hipotonía era importante.

El sábado fue un día con muchas cosas nuevas, visitas de familiares, amigos.
Mi marido que llevaba a analizar por la ictericia, la sangre de nuestro hijo, para saber como iban los valores.

El domingo, a las 15 hs más o menos, vino el jefe de neonatología del sanatorio (que luego terminó siendo el pediatra de mis hijos), y se sentó al borde de la cama. Me habló sin vueltas,  mi esposo tenía algunos informes sobre el tema, pero no me había dicho nada.

El doctor me dijo: “mamá, tu bebe nació con una enfermedad congénita; trixomía 21 libre, casi aseguraría”.
Yo lo escuchaba, mientras me daba las características que encontró en mi hijo, y lo llevaba a esa conclusión.
Como poco entendía, le pedí que me lo dijera mas concreto, algo mas claro. (Yo tenía 23 años)
Al ver que necesitaba términos mas vulgares, mas comunes, para ubicarme, entonces me dijo: “mamá tu bebe es mogólico”. Vulgarmente se le llama así a esta patología, por el parecido fisonómico a los mongoles.

Mi contestación fue serena y recuerdo haberle dicho que iba a hacer todo lo necesario para que mi hijo fuera feliz.

De ahí en mas,  empezó el proceso de transitar el camino que el pediatra, neurólogo y estimuladora me trazaron.