El avance era parejo, porque todo se
complementaba también con lo motriz.
La motricidad, tanto gruesa como fina, fueron
sus puntos débiles. Entre los 9 y 10 meses, logró quedar sentadito solo, por un
tiempo corto, pero, ya sabía como
equilibrar su cuerpo, para no caer hacia un lado.
El haber logrado quedar sentadito en el piso, sobre
una manta, hizo más
fructífera toda actividad que antes
resultaba un poco más incómoda, ya que lo rodeaba de almohadones, para que no
cayera. Aunque en algunos momentos, se los sacaba y si se inclinaba hacia un
lado, con poquita ayuda, lograba incorporarse, eso ayudó a que su musculatura
tomara tonicidad.
Ahora empezaba la motivación para que trate de
gatear, entonces, le alejaba, sus juguetes preferidos, y para
alcanzarlos, debía:
1- tirarse de panza al piso (por supuesto bajo mi cuidado),
2- deslizarse, de la forma que pudiera, para alcanzar el juguete.
Debo decir, que nunca gateo en la más común de
las posiciones; logró hacerlo más bien de sentado, con una piernita doblada,
por debajo de la cola, y con la otra pierna se impulsaba.
De cualquier manera, debo decir que siempre fue
el rey de la ley del menor esfuerzo, y aun le han quedado resabios.
Mantengo la posición, que es sumamente importante
la visita a los profesionales, son los que guían.
Insisto, lo mío es contar lo que hice, bajo la
enseñanza de la estimuladora, del neurólogo y del pediatra. Y volcar mi
experiencia, para decirles a los padres, que con paciencia, dedicación y AMOR,
se pueden lograr muchas cosas.
Siguiendo con las pequeñas cosas que
favorecieron a la actividad neuromotriz, les cuento como traté que su
dormitorio, fuera un lugar que lo motivara.
Las paredes eran blancas, al igual que su cuna
funcional; las cortinas con dibujos infantiles, al igual que los cambiantes
juegos de cama, que alternaba ante sus deseos.
En las paredes, pegados con cinta scotch, personajes de historietas, de la televisión,
que él acostumbraba a ver. En ese momento en blanco y negro, asíque cuando los
descubrió en colores en su cuarto, fue muy sorpresivo.
En cartulina, y alimentando uno de mis hobbies,
de dibujar y pintar; hice cantidad de personajes, y los recorté. Luego
los pegué en las paredes del dormitorio. Claro que tenía sus preferidos, pero,
para que no se acostumbrara a mirar siempre para el mismo lado, se los rotaba,
los cambiaba de lugar, y debía ejercitar su deseo de encontrar a “Larguirucho”,
uno de sus preferidos.
Le iba cambiando las figuras, no siempre
estaban las mismas, al rotarlas, también cambiaba. Experimentaba enojo, cuando no encontraba sus
preferidas.
Son pequeñas cosas que hicieron a que sea un
gran observador.
Fue un día de Febrero de 1977, mucha felicidad
en la casa, y él se sentaba y se volvía a parar, para mostrar que lo había
logrado.
Todo es cuestión de paciencia, trabajo y AMOR.
Y como nos dijo el neurólogo, los tres primeros años de vida, son
“fundamentales”; lo tomé al pie de la letra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario